Hábitos de salud en la infancia. ¿Quiénes son los responsables?

Adquirir unos buenos hábitos de salud tanto en los aspectos físicos como de alimentación, de actividad física o aspectos emocionales es algo que todos entendemos que es necesario para mejorar la calidad de vida de las personas. En una sociedad como la nuestra en la que disponemos de un tiempo limitado para el cuidado de nuestro bienestar personal y la de nuestros hijos, es clave tener al alcance herramientas que nos faciliten la integración de estos estilos de vida saludables en nuestro día a día.
Pero cambiar los hábitos de comportamiento por otros más saludables no es tarea fácil, y más aún cuando nos hacemos mayores.

Por este motivo, y pensando en la actividad que desarrollarán nuestros hijos en un futuro, es importante que estos hábitos se transmitan a los niños desde muy pequeños ya que éstos se configuran en la infancia y se consolidan pasada la adolescencia.

Una inquietud habitual entre los padres y las madres que tenemos hijos en edad escolar, es saber si las comidas que realizan en la escuela son bastante equilibrados y saludables. Quizás tendemos a pensar que si estas comidas no son lo suficientemente equilibrados, la nutrición de los niños puede verse afectada. Pero la educación en alimentación saludable no debe ser tarea exclusiva de la escuela. De nada servirá alimentarse de forma saludable y equilibrada en el comedor escolar si en casa no comemos fruta y verdura o no educamos a nuestros hijos a tener una actitud respetuosa y educada en la mesa.
Hay que saber también, que la última ley de seguridad alimentaria exige a las empresas de restauración colectiva que gestionan el servicio de alimentación de los centros escolares, a incorporar un profesional de dietética y nutrición. Además, los centros escolares tienen la posibilidad de enviar sus menús al Departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña que los revisa y valida de forma gratuita.

Si sumáramos todas las comidas que realiza un niño a lo largo de un año, descubriremos que menos del 10% de éstos tienen lugar en la escuela. Por lo tanto, ¿quién debe ser el responsable o responsables de la educación para la salud de los niños?
Si hablamos de salud, estilos de vida y educación, es lógico pensar que es una tarea multidisciplinar, es decir, de los equipos de salud, de las familias y de los maestros, que debemos trabajar juntos con el objetivo de que los niños y niñas sean responsables y autores de la propia salud.

La salud del niño y del adolescente es un determinante de la salud de la persona a lo largo de su vida, así como de la generación siguiente, y es por ello que para lograrlo se necesitan iniciativas que promuevan este conocimiento entre el público infantil y juvenil, pero también es necesario que los adultos prediquemos con el ejemplo.
No podemos esperar que nuestro hijo nos cuente lo que le preocupa, que nos muestre sus sentimientos, o que nos abrace, si sus padres no se abrazan, no verbalizan que se quieren o no hablan abiertamente. Por tanto, si queremos fomentar actitudes saludables en nuestros hijos, primero debemos tenerlas nosotros.

Adquirir buenos hábitos de salud es también fomentar la actividad física de forma regular y es importante que la práctica deportiva se realice también de forma saludable.

Las emociones también juegan un papel importante como determinantes de la salud mental de las personas. Saber gestionarlas es un aspecto importante para los niños. Proporcionar un buen clima para hablar, mostrar sentimientos, escuchar, jugar, reír o llorar, forma parte también del crecimiento emocional de las personas y de los niños en particular. La seguridad que nuestros niños adquirirán como personas para desarrollarse en un futuro pasa en buena parte por generar estos entornos de seguridad tanto en la escuela como la unidad familiar.
Del mismo modo que los entrenamos para jugar a fútbol o a baloncesto, y los entrenamos para hacer estiramientos adecuados a la actividad deportiva que realizan, la inteligencia emocional también se puede entrenar.

Por lo tanto, cuando estamos hablando de hábitos y de salud lo estamos haciendo desde diferentes perspectivas: los hábitos higiénicos, la actividad física, las emociones y la alimentación y nutrición. La escuela debe asentar las bases para que nuestros hijos adquieran una buena práctica, y los equipos de salud deben aportar su conocimiento para garantizar su aplicación, pero de nada servirá si desde la unidad familiar no somos capaces de interiorizarlos y desarrollarlos en nuestra actividad diaria como ejemplo para nuestros hijos.